jueves, 24 de marzo de 2011

Esperanza para un tricolor olvidado.


Ensayo ganador del segundo lugar en el concurso "Pensando en Venezuela" realizado por el IFEDEC Centro de Políticas Públicas.

La historia dijo que la vida se estancó. Que tuvo miedo de crecer y ser joven en un hogar tan invadido por la muerte. El tricolor se convirtió en una pobre escala de grises cuando todos dormían y emigraban a una feliz virtualidad, mientras que otros cerraban sus ojos para no volver.

Parece iluso querer dirigir mis palabras al país entre tanto silencio. De querer gritar donde nadie quiere escuchar mientras el miedo eclipsa hasta el mínimo intento de suspiro. Sin duda, se siente como una batalla perdida, pero no lo es, pues a pesar de sentirme como una pequeña partícula para el mundo, con una sola respuesta podría ganar una guerra.

Si buscamos en el diccionario la palabra “país” encontraríamos que es un territorio que forma una unidad geográfica, política y cultural. Una definición perfectamente correcta pero completamente genérica y atascada que no permite conocer la cantidad de historia, factores y vidas que están más allá del mapa. No es difícil saber que es un país cuando son nuestros pasos los que lo delimitan, lo arduo está, en ser y reconocer que cada uno de nosotros es el cerebro y la columna vertebral de un sistema nervioso central conocido como Venezuela.

Pero como ciudadanos hemos dejado que el olvido se vuelva parte de la rutina venezolana. Parece que sufrimos una amnesia permanente que no nos deja recordar quienes somos ni de donde vinimos y por ello, constantemente repetimos nuestra historia impidiendo que el futuro y el progreso se vuelvan un presente.

Sé del pasado, lo que saben los libros y conozco a mi país porque aprendí a conocerme a mi misma. Hace tiempo que desperté pero me dí cuenta que mí país aún duerme.

Al abrir los ojos y observar nuestro alrededor, a pesar de ser un perímetro relativamente corto nos daremos cuenta que además de oxigeno, en el ambiente, se respira indiferencia. Y tal vez es esa, una de las principales causas de los problemas que enfrentamos en la actualidad. Por más que leamos noticias o suframos en carne propia los estatutos de una política mal establecida nuestras opiniones y pensamientos quedan almacenados en un mundo ajeno a la realidad donde los espejos tecnológicos son nuestra deidad. Es ahí cuando te das cuenta que las bases de la sociedad venezolana, aquellas que se formaron de una valiente historia, no eran del todo fuertes y que los patriotas como Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José Félix Rivas, Rafael Urdaneta entre otros, lucharon por una libertad en vano pues doscientos años después aún no hemos aprendido a independizar nuestra conciencia.

Es lamentable como otra de las causas, es que la inseguridad dirija el curso de la población. Las clases sociales venezolanas se han reducidos a dos: Los que viven y los que no. Bienvenidos a uno de los países más peligrosos del mundo donde diariamente afuera de nuestras casas una batalla entre el bien y el mal deja victimas en nombre de la necesidad.

Y no hacemos nada, hemos olvidado como dar un paso al frente devaluando cada vez más nuestra economía mental. Como pasajeros de un barco que milagrosamente sigue a flote, nos convertimos en individualistas, avaros, egoístas y ajenos a una situación que emigró más allá de los límites de nuestra ética. Somos ciegos, sordos y mudos sonriéndole a la miseria.

También es cierto que las malas decisiones de una persona han puesto en riesgo la seguridad, salud y educación ciudadana. Que las leyes venezolanas son espejismos de una libertad que no hemos conocido ya que la constitución no nos escucha a todos creando un odio entre los que siguen un ideal y los que se oponen a él.
Y es fácil culpar a otro, pero no olvidemos que aún somos autónomos de nuestras decisiones, por ello, debemos ser responsables y comenzar a soltarnos de ese cordón de oro negro que controla la manera de pensar venezolana y oponernos a un régimen que poco a poco va acabando con el nacionalismo y el orgullo de ser la patria con la que nuestros próceres soñaban. Somos nosotros quienes elegimos el futuro, no una persona, recuerden que nadie puede dirigir un país, sin el país.
Aún seguimos contando con recursos envidiados mundialmente que pueden acercarnos a alcanzar el desarrollo de la nación. No podemos conformarnos con ser únicamente un país de mujeres bellas. Debemos ser el país de maracuchos, orientales, andinos y llaneros que trabajan con la frente en alto, que se informan y expresan las ideas que el miedo tenía escondidas. No podemos continuar esperando a seguir el ejemplo que Caracas dió, hay que actuar hoy por el mañana.

Pero podemos tomar el ejemplo de nuestros antepasados y cambiar el curso de nuestra historia, de comenzar la batalla contra el miedo y atrevernos hacer la diferencia por estas tierras que lo valen todo. No en vano dice una famosa frase que para sobrevivir a la oscuridad más siniestra sólo hace falta encender una vela.

Es momento de que dejemos de vivir encerrados en nuestra propia realidad y abramos los ojos a otra que nos involucra a TODOS. De que si estamos pensando en un pasado o en un futuro nos concentremos en el presente, de que si somos felices detengamos esa felicidad, de que si estamos tristes lo olvidemos y miremos hacia delante. Es momento de dejar los chistes políticos y ponernos serios, es momento de despertarnos y no descansar hasta que podamos vivir en un país en el que no existan guerras sociales, ni políticas ni de ningún tipo. Un país que no sea de unos, sino que pertenezca a todos y vivamos en paz creando nuevos horizontes.

Venezuela es ríos que recorren nuestras venas, es sabanas de epidermis mestiza y selvas de manos trabajadoras. Es nuestro cuerpo, nuestros sentidos, nuestro corazón. No podemos seguir una causa sin parte de ella. Debemos preocuparnos, participar y escapar de esa ignorancia que obstaculiza el espíritu de luchar por estos kilómetros y kilómetros de alma llanera.

Escrito por:
Rosaura María Rojas Díaz.
C.I 19.496.312

martes, 3 de agosto de 2010

El ahora


Yo soy el polo negativo y tú el positivo. Nuestros rostros se atraen hipnotizados por una verdad tácita, adiestrada por una pasión que comienza a nacer junto con la complicidad de una mirada. Te acercas, me acerco, nuestros labios tangentes. Y es justo ahí cuando un segundo decide congelarse. Tocas mis labios y lo siento en el cuerpo, manipulada por la parsimonia de tus incipientes movimientos. Y aceleras, obligado por los movimientos de tu lengua, que le habla sin voz a tus manos para que inviten a mi piel a unirse, y yo hago lo mismo, cada vez más rápido. Un instante que depende del albedrío para mortalizarse. Ya no me atraes, me tienes, dispuesta a quedarme.


Escrito por:
Rosaura Rojas Díaz
03/07/2010

lunes, 7 de junio de 2010

Curiosos Vértices


El arte continuamente nos enamora con distintas formas de expresiones humanas y a veces extra corporales, cuando el alma reta a la inspiración para mostrarnos la vida en diferentes planos. Nuestros sentidos se dejan seducir ante letras que parecieran contar nuestra historia (por muy diferentes que podamos ser tú y yo), por fotografías que dejan al pasado con sabor a un presente inmortal, por esculturas que sueñan con un corazón, por melodías que drogan al silencio y por cuadros pintados de ingenio…Todo, con el cínico propósito de escapar de una realidad inadaptada.

Si hablamos de las pinturas, son nuestros ojos quienes ganan guerras visuales creando nuevos mundos ya sea con el cubismo donde hacemos de piezas reales una utopía, con el expresionismo abstracto donde el subconsciente vomita los deseos más profundos a un fondo blanco o en el surrealismo donde el tiempo parece perder ante el ahora. Tendencias capaces de robarnos suspiros, lágrimas y alientos cuando nadie nos observa.

Pero la clase de arte que hoy me inspira esta relacionada con un lienzo humano elaborado por pinceladas intensas de latidos, donde en él, no sólo son protagonistas dos, sino tres espíritus esclavos a vivir pasiones. El inevitable “triángulo amoroso”.

Amores compartidos que suelen sobrevivir de aspirinas. Ella, dispuesta arriesgarlo todo por un verbo: amar, difícilmente admite su predecible atracción hacia Él, un príncipe virtual capaz de lograrlo todo excepto decidirse por Ella, o por Ella, la indiferente al premio pues ya ha perdido demasiado. O tal vez sólo Ella, divagando entre el aroma de dos hombres posiblemente imposibles expertos en robarle los días y las noches.

Tres vértices decididos a ignorar fórmulas y descubrir formas abstractas en una vida equilátera. Besos, caricias, mentiras, lágrimas, deseos y silencios pintados por la demencia de un intrigante vacío que sólo se llena con alcoholes y desvelos.

Y ¿qué harías tu si en vez de ser un simple espectador te sintieras dentro de ese cuadro?, ¿Cuál de los tres serías?, ¿seguirías consumiendo una pasión que no es totalmente tuya? Tal vez el vicio de no conocer al amor te haría aferrarte a un futuro incierto pero terriblemente atractivo, donde los días son autónomos y las letras rebeldes y el deseo junto con la duda son el oxigeno y sangre de un corazón dividido.

Y puede que te guste, que te inspire y te embriague con vinos de felicidad, pero cuando el tiempo te susurre vagamente disfrazado de conciencia decidirás parar. No por tus sentimientos, sino por ti, porque nuestra naturaleza nunca aprendió a compartir la libertad y si la libertad es amor al querer algo sólo nuestro, ganamos soledad.


Escrito por

Rosaura Rojas Díaz

05/06/2010

viernes, 30 de abril de 2010

Conversaciones entre cuadros...

Sólo te hablo para decirte buenas noches...porque ya estoy a punto de dormirme y no sé nada de ti. No sé que contarte de mi día, una vez más vi el sol controlarlo todo, incluso al tiempo que parece incontrolable. Y yo sólo buscaba una sombra un sitio donde pensar en ti y donde escribirte. El trabajo es sólo la peor excusa para levantarme después de varios sueños donde tú eras el protagonista, y ya lo sé, nada de sentimentalismo ni palabras que juegan a ser latidos...pero no puedo evitarlo es un reflejo del alma que tengo desde hace días y ¿sabes que?, no se cura con nada. Te cuento que también vi a la luna servirle vino a las estrellas, que una vez embriagadas bailan melodías que nunca envejecen, como mi amor por ti y lo digo hoy sin saber si el mañana me quite las palabras, pero sé que por ahora ese presente las hace inmortales. Y así llegó la noche y con el suspiro y la agonía de hablarte y ver como poco a poco el silencio sella tus labios y abre tus ojos de lágrimas....y es el silencio una vez más el que me dice te amo y el silencio el que me escucha.

Por cierto, lo olvide. ¿Como estas?






Nota del escritor: Como siempre he dicho en días como este, donde soy absurdamente infeliz, hay dos tipos de personas en mi vida "las que me inspiran con sus conversaciones y las que sólo me hablan". Este escrito me lo inspirtó un buen amigo Juan Luces con sólo decir la primera frase del escrito...gracias por eso.


Escrito por

Rosaura Rojas Díaz

30/04/2010

martes, 16 de marzo de 2010

La clase.



-No me hubiese importado sufrir un poco de calor, ni estar sin luz, aunque ahora lo esté, pero la diferencia va incrementada por la perversión de su sombra maestra-.La chica, divagaba en recuerdos de hace algunas horas antes, los recordaba ajenos, alterados, distanciados de su presente. Hace tres horas.


Eran las cinco en punto y ella aún no estaba lista. Se vestía pensando en lo poco atractivo que le resultaban los lunes, nada la seducía esos días. Otro lunes vencido ante la rutina y la seguridad adictiva, enterrado bajo una ceremonia de una clase que una vez llegó a ser de sus favoritas. De eso hacía tiempo.

Lo que le atraía de la clase era su planeada manera de sorprenderla, su juego con la improvisación como si ella y sus compañeros fueran parte de una obra plástica de un buen pintor, en este caso el profesor. Pero para sumarse a la inconformidad y desdén que se apoderaba de ella, la clase se había tornado tortuosa incluso más que cualquier clase de historia y el tiempo parecía disfrutarlo cínicamente.

Con el último crepúsculo el profesor llamó al primer alumno a corregir su trabajo. Eran 20 alumnos y el tiempo de las correcciones era relativo a una gran incógnita, ¿La dificultad del alumno para entender el trabajo, o bien, la destreza?, ¿El humor del profesor?, evitaba pensar en ello, de cualquier forma ese día estaría entre las últimas para evaluar su trabajo.

-Nadie puede irse después de la revisión, hoy al final de la clase explicaré unas pautas para su próximo trabajo-, Era la quinta vez que el profesor lo decía y era la quinta vez que la chica se preguntaba qué tan difícil era asimilar una instrucción tan sencilla en un salón donde el silencio parecía controlarlo todo.

Cuatro de sus compañeros ya habían pasado y ella decidió salir con otros tres a hablar, bromear, hacer menos pesado el proceso. Aquel instituto no era muy seguro, de hecho cualquier instinto de cordura admitiría que era casi un suicidio colectivo ver clases a esas horas de la noche. La joven, tenía la teoría que las personas encargadas de planificar los horarios del instituto, eran ex convictos o ex drogadictos en rehabilitación, lo que significaba que estaban narcotizados la mayoría del tiempo y le parecía bastante lógico. No había vigilantes alertas, ¡Qué novedad!, la chica y sus tres compañeros se sentaron en un banco a conversar, la inseguridad no parecía alterarlos, mucho menos atemorizarlos. Eran cuatro personas, todo estaba bien.

Después de unas cuantas burlas a sus otros compañeros y profesor incluido, además de conversaciones suspendidas por otras conversaciones, la chica les sugirió a los demás que entraran al salón, con la excusa de que pronto sería el turno de uno de ellos y el profesor no parecía lo bastante condescendiente como otros días. Ninguno quiso entrar. Tal vez les agobiaba la monotonía y ella los comprendía, pero aún así entró sola y acordó en avisarles cuando les tocara.

El reloj marcaba las siete de la noche y con el los diez alumnos que faltaban para que fuera el turno de ella. Descubrió que perderse en su propia mente era un buen catalizador contra el tiempo, pero le duró poco, fue entonces cuando se dió cuenta de la negrura de las ventanas de esa aula. Atraída por esa oscuridad que dibujaba una perturbadora pero seductora nada decidió acercarse hasta tocar la fría ventana y se decepcionó, en el fondo deseaba poder traspasarla o por lo menos ver más allá de ella. De cerca su único atractivo era una oscuridad infinita.
Distraída colocó la cabeza pegada a la ventana, sentiendo el frío alojarse en su oreja pero fue algo más lo que la congeló. Al otro lado, no supo como, algo dio un golpe al vidrio justo donde ella se había posado. Fue como si despertara de repente, sentía como la sangre de su cuerpo reaccionaba sorpresivamente junto con los nervios que empezaban a nacer en su interior. Alguien la había visto desde fuera, tal vez sus compañeros, pero en el fondo sabía que era poco probable. ¿Debía comentarle algo al profesor?, por supuesto, aunque dudaba que le creyera.

Cuando decidió hablar fue el pánico quién lo hizo: –Creo que hay algo o alguien afuera…acaba, acaba de golpear la ventana, lo sentí justo del…del otro lado profesor-, -Tranquilízate, te has quedado dormida a la ventana y probablemente estabas soñando…-, -No estoy imaginando nada profesor. Sé que lo sentí, no estaba dormida…si fuera una broma, ¿cree que me molestaría en decirlo?- . Su voz sonaba más alterada sin proponérselo, necesitaba agua, la garganta se le secaba con cada palabra. El profesor comenzó a notar algo de cierto en lo que decía su alumna, se paró de su escritorio y se acercó más hacia donde estaba ella.

- ¿Hay alguien más fuera?- preguntó.
- Sí, tres de mis compañeros. Hace rato les dije que entraran conmigo pero no quisieron…- Respondió ella vacilante, si era una falsa alarma no quería meterlos en problemas con el profesor.
- Seguramente fueron ellos para molestarte, saldré a decirles que entren.- El profesor empezaba a irritarle la paranoia de su alumna, no estaba de humor para perder el tiempo.

La chica oyó pronunciar en voz alta los nombres de sus compañeros por el profesor, tenía miedo, los otros alumnos parecían distantes de lo que pasaba, inalterados, robotizados. Al cabo de unos minutos entro el profesor dejando materializado su mayor temor. Sus otros tres compañeros habían desaparecido.

-Joder, lo que me faltaba para completar mi día, unos alumnos secuestrados- El profesor comenzaba a sentirse impotente, era cuestión de tiempo que algo así le pasara en una de sus clases. Malditas autoridades, pensó, se los había advertido una y otra vez y lo peor era que había recorrido toda la escuela y además de ellos no había señales de vida en los alrededores.

- No nos dejemos llevar por los nervios, tal vez es pura coincidencia y ellos sólo se escaparon para no tener que quedarse hasta tarde y no lo hemos notado- , El alumno que estaban corrigiendo antes de que todo ocurriera intervino, pensaba con una lógica manipulada por terminar lo más pronto posible su evaluación.


La joven se dispuso a responder, pero no lo hizo, de nuevo se perdió en sus pensamientos. Nada de lo que pasaba era normal, lo había visto en películas y el final no era bueno, estaban en la cueva del lobo, solos en una zona considerada peligrosa y sin ningún tipo de arma para defenderse sólo sus teléfonos móviles para llamar a la policía pero era más probable la muerte que la llegada heroica de un oficial. – Cierre la puerta con cadena y todo profesor, algo me dice que si son ladrones siguen aún escondidos y debemos dificultarles un poco su objetivo- dijo recobrando el sentido, pero en realidad dudaba de la efectividad de su idea. El profesor de acuerdo con la propuesta se acerco con un alumno hasta la puerta para ponerle candado. –No, no es necesario que apaguen la luz-, dijo la chica al ver que una compañera se disponía a bajar el interruptor.- A estas alturas ellos saben que estamos aquí por lo tanto…

La oración quedó suspendida en el aire, en ese momento la electricidad del aula se suspendió. Buen momento para racionar la luz, pensaron muchos en el oscurecido salón pero ninguno lo dijo en voz alta, en el fondo era algo más que una coincidencia, algo más que un mal día. Tal vez un juego, un ingenioso y excitante juego para alguien externo que los observaba, que los cazaba y ellos eran las piezas a punto de perder.

Fueron pocos los minutos de supuesta tranquilidad. La chica no podía pensar, mucho menos planear escapatorias milagrosas a los que iba a suceder, supuso que sus compañeros y el profesor estaban igual o peor, lo único que le venía a la mente era pensar en presentes alternativos a esté y se arrepintió de retar a la rutina horas antes. Hace tres horas. Peros sus presentes en los que ya ella se encontraba sana en su casa pegada al ordenador se convirtieron en una realidad congelante y arrogante cuando se oyeron los predecibles forcejeos de la puerta del aula.

La puerta quedó abierta y tras ella se oyeron unos pasos adentrarse. Parecían ser tres individuos que se deslizaban sigilosa y calculadoramente casi calmados y lo que aterraba aún más, seguros. Y entonces una voz preguntó: - ¿Alguno de ustedes se imaginó hace tres horas que iban a morir hoy?, espero de verdad que los minutos que les he regalado digamos, “de vida” les haya sido suficiente para entenderlo-. El individuo hablaba indiferente y con un hilo de ironía que parecía estar disfrutando placenteramente, mientras los otros dos comenzaban con la matanza, y ella sin poder ver nada, esperando.

La verdad era, que jamás se había imaginado su muerte, mucho menos ese día. Estaba completamente errada, sólo pensaba en un tiempo bastante alejado para llegar a ella y subirse a su tren eterno, pero el tren la encontró a ella primero, era injusto por supuesto, no se lo merecía pero a los antojos de la dama oscura no hay réplicas. Jamás lo había pensado, pero ahora tenía una idea de cómo sería…



Tres días después en un periódico local se estaba escribiendo un artículo.

Autoridades descubren datos ocultos en asesinato de estudiantes y profesor del instituto XXX

Los detectives encargados del caso del asesinato de los estudiantes y el profesor dejaron al descubierto pruebas que afirman que los autores no eran asesinos comunes sino unos jóvenes entre 25 y 30 años registrados como estudiantes en el sistema de la institución en donde ocurrió el crimen. La identificación corresponde a XXXX XXXXX, XXXX XXXXXX, XXXXXXXXX XXXX.

Las investigaciones que realizaron las autoridades descubrieron que no era el primer crimen que cometían el trío de asesinos , estos ya habían llevado a cabo otros dos asesinatos de una estudiante y un trabajador del instituto en el mes de noviembre del año paso y otro de tres estudiantes en el mes de mayo del mismo año, Todos archivados y ocultados a la luz pública.
Al parecer los homicidios habían ocasionado preocupaciones entre las autoridades del instituto pero optaron por mantenerlo bajo perfil sobornando a los medios de comunicación locales para que nadie estuviera al tanto de que ocurría en las aulas en el horario nocturno.


Por supuesto, este artículo jamás se publicó.



Rosaura Rojas Díaz
ci. 19496312
16/03/2010

viernes, 19 de febrero de 2010

Cuando la inspiración le da por escribirle a un amigo


Sin lugar a dudas cuando conoces a la vida por primera vez te parece caprichosa. Esos días inexplicables, acontecimientos que se dibujan en un plano entre lo real y lo que “podría ser”, esos sellos de existencia y esa capacidad exclusiva de crear capítulos que sólo pueden entenderse de atrás para adelante en historias que ni el mismo Dios conoce. Pasa todo el tiempo, que es más que un cómplice para la vida.

Aún recuerdo ese día, mi menoría es el único arte que mi cuerpo conserva y espero que continúe así cuando necesite revivir el pasado a través de sueños. Era otro sábado rutinario para juntar mi mamo con la de él, nada cambiaba, ni el sitio ni la circunstancia. Al menos eso era lo que yo pensaba.

-Esperamos a alguien-, eso era lo único que me hizo saber, una persona que yo debía conocer o que quería conocerme. Estaba nerviosa, esa sensación de querer ser agradable a las personas importantes de quienes quieres me atrapó y la vez me sentía molesta, otro sábado más que compartir. Para esos días la vida se me presentaba como un tren que en cualquier momento podía detenerse culminando con mi viaje.

Ese día conocí a la protagonista por excelencia no sólo de este escrito sino de una época maravillosa de mi vida. Al parecer tenia problemas con su celular, le había comprado ese Nokia blanco que tuvo hasta hace un buen tiempo y como no teníamos su nuevo número y el viejo no tenía batería no habíamos podido contactarla. Fue una casualidad. A diferencia de los otros amigos de él, ella era diferente, inspiraba una confianza que pocas personas son capaces de lograr una primera vez. Hablando, descubrimos que éramos más parecidas de lo que pensábamos, comenzando con la música de cierta banda mexicana que narcotizaba ese lugar, que aquella y extraña vez, estaba vacio. Ella y él se decían hermanos así que fue cuestión de tiempo para que nos comenzáramos a llamar “cuñadas”, seudónimo que aún nos acompaña. Así fue que comenzó todo, una de las pocas cosas buenas que me llevé de esa experiencia.
Acontecimientos que se pierden entre tantos recuerdos y que la vida reaparece para comprobarnos que no se trata de un siniestro capricho, sino de un libro muy bien redactado.

En los últimos dos años, he visto la misma película pasar una y otra vez. He tenido que ver a mis amigos partir para jamás volver. Y me toca sonreír, sabiendo que un nuevo futuro se materializa ante ellos y no incluye a este pueblo donde quedó anclada mi barca. Con Oriana, así es el nombre de mi amiga, la película llegó temporalmente a su fin.

No voy a decir que mi blog no se da abasto para describir a Oriana o narrarles toda las aventuras que hemos vivido, que de hecho es así, más no necesito hacerlo pues les aseguro que es una complicidad mutua que no necesita saberla el mundo entero, sino mantenerse en el presente aunque el pasado se aferre a olvidarlas. Sé bien que dentro de esas historias, existieron momentos malos que son necesarios para que toda amistad se haga más fuerte. Y lo siento, si tal vez en algún momento dije palabras fuertes que no necesitaban ser escuchadas, más no me retracto porque sé que a pesar de todo con el tiempo las supiste apreciar y te hacen la persona fuerte que eres ahorita. Hace tiempo que me di cuenta que deje de ver y guiar a mi pequeña amiga, te adelantaste muchos pasos y cuando te encontré ya eras una mujer ahora enseñándome cosas a mi. Yo he aprendido de ti querida amiga. Eres más parecida a mi de lo que crees, y sé que el sufrir es vivir también pero no quiero que comentas los mismos errores que yo una y otra vez, quiero que te des cuenta de lo inmenso que es el mundo y de las posibilidades y casualidades que encierra, y que aún sigo unos pasos adelantados a ti, muchos de ellos con amargas huellas.

Quiero que sigas adelante que cumplas todas tus metas y que no defraudes ni a tus padres, ni a los que creemos en ti y sobre todas las cosas ni a ti misma. Que se escriban historias de nosotras, que lleguemos a la sima, como siempre hemos querido y podamos disfrutarla juntas.

Hay cosas que me duelen y otras que me han decepcionado últimamente. Es que pareciera que me salté un capitulo y me cambiaron de personaje. No quisiera que cambiaras a la razón por la locura y te vistieras para una gala en el que el arrepentimiento es el anfitrión.

Gracias por todos esos momentos, gracias por escucharme en mis tiempos de silencio, gracias por apoyarme cuando nadie me daba una mano, gracias que celebraste conmigo después de fracasos, gracias por compartir capítulos de everwood conmigo, gracias por intentar unirme con lo que yo consideraba mi destino, gracias porque superamos cierto grupo de personas, juntas. Gracias por que te conocí y por que eres mi amiga Oriana Covoult.

Hay tantas cosas que decir, y siento que las olvido pero cuando sea el momento de recordarlas las diré.

Tengo fe de que aunque este pueblo no se dibuje en tu futuro nuestra amistad siga presente.

Si no me despedí esa vez, fue porque no lo creí necesario. Si el adiós de ese día no era lo que esperabas, esta es mi manera de decir “hasta la próxima vez”.

Love u my dear friend.

domingo, 14 de febrero de 2010

Monólogo 2. El amor grita "¡San valentín se vence!"


Déjenme presentarme. Esta noche soy nada más y nada menos que el Kamikaze de una utopía egoísta que sabe a un elixir con sabor a frenesí de ironías. Mi nombre, por más común que ahora les suene es Amor, y por favor, no esperen de mí algún tipo de magia este día, soy mucho más que el protagonista de historias con finales felices y más que la invención de un Dios para acercarse a ustedes, los hombres. A veces suelo ser un sentimiento pero ultimamente no soy nada, me he vuelto más común que un resfriado en invierno y todos olvidan que puedo ser un propósito y hasta el mismo destino.

En días como éste las personas esperan que hable con metáforas sentimentalistas, pero nada de eso es lo que soy yo. Déjenselo al insomnio de los poetas tras unas cuantas copas de dolor.

¿De verdad, los hombres necesitan un día para recordar que me olvidan en los otros 364 días del año? , es absurda esa manera robótica de sentir del hombre, pareciera que jugaran al escondite, donde se esconden para no ser encontrados. Permítanme decirles algo del San Valentín, en ese día yo estoy de vacaciones…Hay tantas cosas haciendo el trabajo por mi, que nadie nota mi ausencia. Y no me malinterpreten me apasiona lo que soy, soy un humanista y creo que eso es lo vital de mi vocación.

Algunos dicen que me venzo al pasar el tiempo, pero es sólo culpa del olvido que me ha declarado la guerra. No soy para nada inmortal, de hecho, yo nazco y muero con cada hombre, pero es difícil mantenerme de pie cuando dos personas se tambalean. Es fácil echarme la culpa y cambiarme el nombre con la preposición “Des” pero son ustedes lo que salen reprobados en mi asignatura sin ningún propósito de evaluación. Lo único que caduca en la vida, es este día que a las doce deja de ser un carruaje de besos apasionados y vuelve a ser una calabaza de 24 horas.

Y dejen de buscarme o preguntarse que soy en realidad. Tengo tantas caras…A veces soy algo que te hace sentir vivo y al mismo tiempo muerto. Soy el código impredecible que usa el corazón cuando la sangre no es suficiente. Una melodía clásica, soy lágrimas fugitivas que nunca regresan, soy felicidad evaporada y a la vez pasión y odio, soy libertad, volar y jamás caer, soy encontrar, soy perderse. Puedo ser el otoño, la primavera, el verano y el invierno. Siempre con la relatividad de la mano. Soy la vida después de que morimos, soy un tiempo sin minutos ni segundos, un primer y último beso, un principio y un final.

Lo soy todo y lo tengo todo cuando los tengo a ustedes, pero no soy feliz. Yo hago que las personas se enamoren, pero, ¿Quién me ama a mí? Estoy sólo en este cuento de hadas y a nadie parece importarle, pero olvídenlo, yo sólo soy un romántico que se enamoró de la soledad.

Y sin más que decir me despido de ustedes, mis eternos acompañantes, esperando que así como hoy, me escuchen cuando ni con lágrimas me puedo expresar. Por favor no me busquen para perderme ni me olviden para luego extrañarme. Y deseo que entre nosotros haya un mañana y no sólo un hoy para recordar.

Atte: el amor.

Escrito por Rosaura Rojas Diaz

14/02/2010.

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