jueves, 24 de marzo de 2011

Esperanza para un tricolor olvidado.


Ensayo ganador del segundo lugar en el concurso "Pensando en Venezuela" realizado por el IFEDEC Centro de Políticas Públicas.

La historia dijo que la vida se estancó. Que tuvo miedo de crecer y ser joven en un hogar tan invadido por la muerte. El tricolor se convirtió en una pobre escala de grises cuando todos dormían y emigraban a una feliz virtualidad, mientras que otros cerraban sus ojos para no volver.

Parece iluso querer dirigir mis palabras al país entre tanto silencio. De querer gritar donde nadie quiere escuchar mientras el miedo eclipsa hasta el mínimo intento de suspiro. Sin duda, se siente como una batalla perdida, pero no lo es, pues a pesar de sentirme como una pequeña partícula para el mundo, con una sola respuesta podría ganar una guerra.

Si buscamos en el diccionario la palabra “país” encontraríamos que es un territorio que forma una unidad geográfica, política y cultural. Una definición perfectamente correcta pero completamente genérica y atascada que no permite conocer la cantidad de historia, factores y vidas que están más allá del mapa. No es difícil saber que es un país cuando son nuestros pasos los que lo delimitan, lo arduo está, en ser y reconocer que cada uno de nosotros es el cerebro y la columna vertebral de un sistema nervioso central conocido como Venezuela.

Pero como ciudadanos hemos dejado que el olvido se vuelva parte de la rutina venezolana. Parece que sufrimos una amnesia permanente que no nos deja recordar quienes somos ni de donde vinimos y por ello, constantemente repetimos nuestra historia impidiendo que el futuro y el progreso se vuelvan un presente.

Sé del pasado, lo que saben los libros y conozco a mi país porque aprendí a conocerme a mi misma. Hace tiempo que desperté pero me dí cuenta que mí país aún duerme.

Al abrir los ojos y observar nuestro alrededor, a pesar de ser un perímetro relativamente corto nos daremos cuenta que además de oxigeno, en el ambiente, se respira indiferencia. Y tal vez es esa, una de las principales causas de los problemas que enfrentamos en la actualidad. Por más que leamos noticias o suframos en carne propia los estatutos de una política mal establecida nuestras opiniones y pensamientos quedan almacenados en un mundo ajeno a la realidad donde los espejos tecnológicos son nuestra deidad. Es ahí cuando te das cuenta que las bases de la sociedad venezolana, aquellas que se formaron de una valiente historia, no eran del todo fuertes y que los patriotas como Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José Félix Rivas, Rafael Urdaneta entre otros, lucharon por una libertad en vano pues doscientos años después aún no hemos aprendido a independizar nuestra conciencia.

Es lamentable como otra de las causas, es que la inseguridad dirija el curso de la población. Las clases sociales venezolanas se han reducidos a dos: Los que viven y los que no. Bienvenidos a uno de los países más peligrosos del mundo donde diariamente afuera de nuestras casas una batalla entre el bien y el mal deja victimas en nombre de la necesidad.

Y no hacemos nada, hemos olvidado como dar un paso al frente devaluando cada vez más nuestra economía mental. Como pasajeros de un barco que milagrosamente sigue a flote, nos convertimos en individualistas, avaros, egoístas y ajenos a una situación que emigró más allá de los límites de nuestra ética. Somos ciegos, sordos y mudos sonriéndole a la miseria.

También es cierto que las malas decisiones de una persona han puesto en riesgo la seguridad, salud y educación ciudadana. Que las leyes venezolanas son espejismos de una libertad que no hemos conocido ya que la constitución no nos escucha a todos creando un odio entre los que siguen un ideal y los que se oponen a él.
Y es fácil culpar a otro, pero no olvidemos que aún somos autónomos de nuestras decisiones, por ello, debemos ser responsables y comenzar a soltarnos de ese cordón de oro negro que controla la manera de pensar venezolana y oponernos a un régimen que poco a poco va acabando con el nacionalismo y el orgullo de ser la patria con la que nuestros próceres soñaban. Somos nosotros quienes elegimos el futuro, no una persona, recuerden que nadie puede dirigir un país, sin el país.
Aún seguimos contando con recursos envidiados mundialmente que pueden acercarnos a alcanzar el desarrollo de la nación. No podemos conformarnos con ser únicamente un país de mujeres bellas. Debemos ser el país de maracuchos, orientales, andinos y llaneros que trabajan con la frente en alto, que se informan y expresan las ideas que el miedo tenía escondidas. No podemos continuar esperando a seguir el ejemplo que Caracas dió, hay que actuar hoy por el mañana.

Pero podemos tomar el ejemplo de nuestros antepasados y cambiar el curso de nuestra historia, de comenzar la batalla contra el miedo y atrevernos hacer la diferencia por estas tierras que lo valen todo. No en vano dice una famosa frase que para sobrevivir a la oscuridad más siniestra sólo hace falta encender una vela.

Es momento de que dejemos de vivir encerrados en nuestra propia realidad y abramos los ojos a otra que nos involucra a TODOS. De que si estamos pensando en un pasado o en un futuro nos concentremos en el presente, de que si somos felices detengamos esa felicidad, de que si estamos tristes lo olvidemos y miremos hacia delante. Es momento de dejar los chistes políticos y ponernos serios, es momento de despertarnos y no descansar hasta que podamos vivir en un país en el que no existan guerras sociales, ni políticas ni de ningún tipo. Un país que no sea de unos, sino que pertenezca a todos y vivamos en paz creando nuevos horizontes.

Venezuela es ríos que recorren nuestras venas, es sabanas de epidermis mestiza y selvas de manos trabajadoras. Es nuestro cuerpo, nuestros sentidos, nuestro corazón. No podemos seguir una causa sin parte de ella. Debemos preocuparnos, participar y escapar de esa ignorancia que obstaculiza el espíritu de luchar por estos kilómetros y kilómetros de alma llanera.

Escrito por:
Rosaura María Rojas Díaz.
C.I 19.496.312

1 comentario:

  1. "aún no hemos aprendido a independizar nuestra conciencia" es la frase que más me ha gustado!

    lo demás me lo reservo...

    Saludos Ross!

    ResponderEliminar