jueves, 2 de julio de 2009

VERANO


A simple vista, tu cuerpo era ordinario.
Mi mente viajaba y distraída solo pensaba en un objetivo lejano a ti. Y ni mis más sensibles crepúsculos reaccionaban a tu presencia pasajera. Estabas mas allí y cerca de mí que yo misma, respirando un mismo aire que no nos satisfacía…la expectativa era otra, ¿Quién diría? Dos mentes di vagantes deseando lo mismo, que tal vez, para nosotros se ocultaba bajo negaciones absurdas dominadas por el miedo a sentir.

A simple vista, me convertí en tu atención.
El deseo se convirtió en mente y tu cuerpo acostumbrado predestinaba el final que querias. Te acercaste a mi pretendiendo indiferencia, sin saber que la indiferencia iba de mi lado, me hablaste frases cortas esperando que escuchara mas, pero tampoco mis oídos parecían atraídos a ti. Tus intentos vagos te atormentaban y tu piel te pedía esa común pasión que se tornaba diferente y mas deseada.

Jamás sabrás que hizo que vivieras en mi, pero lo hiciste, tal cual lo predijo tu dudable experiencia, un trago, dos tragos, tres tragos…fueron tus aliados para llevarme hacia ti, trabajando cuidadosamente para yo dar la iniciativa a tu deseo, que poco a poco lo compartirías conmigo. Mis pensamientos se alejaban de mi mientras tus manos tocaban las mías suavemente hasta que deje de conocerme cuando tus labios besaron los míos, me sentí parte de ti y tu parte de mi…el fruto que probamos nos había engañado y se convirtió en un adictivo para nuestros labios. Besarnos era tan natural como respirar y sin embargo fingir indiferencia se tornó en nuestra común estrategia para garantizar otro encuentro.

A simple vista, el segundo encuentro era ley en nuestras venas.
Esta vez el sol y la luna se unieron en doce horas para ser testigos del peligroso juego al que nos retamos. Te acercaste a mi con el tacto y yo te esquivaba con la vista, lo fácil nunca es tan añorado, asi que te jugué bien..¿Quien diría? Ahora era mi cuerpo el que predecía el final. Tu seguridad se debilitaba hasta casi rendirte, pero la pasión era cada vez mayor solo esperabas la noche para que la suerte cambiara a tu favor. Un trago, dos tragos, tres tragos…trabajaron cuidadosamente para acércanos, esta vez un protocolo de palabras escondían nuestros deseos mas profundamente guardados. Me fuiste acariciando poco a poco haciéndome llegar a tus labios que desesperadamente buscaban el sabor que había dejado en ellos…se volvió algo deliciosamente repetido, éramos un helado en verano que no parecía derretirse. Mi cuerpo se rendía a obedecerte cuando me pedias que me quedara, pero mi mente que secretamente parecía conocerte sabia que no habría mas encuentros y que dejarte será la ultima jugada en nuestro juego.



Rosaura Rojas Díaz
31/08/08

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